Vistas de página en total

domingo, 11 de septiembre de 2011

Jugando con ideas 18


Jugando con ideas  18

Tema: ¿De qué “materia” están hechos los distintos niveles dimensionales?

La materia física no es ilusoria per sé; ni ilusoria ni no ilusoria sino que es la percepción de lo que tiene que ser en este territorio de exploración más denso que es el universo físico tridimensional.

Lo importante: todas las percepciones dimensionales son “reales”. Si camino, el suelo que me sustenta es lo real; si nado, el agua en que floto es lo real y si vuelo, el aire es lo real. Simplemente hay realidades más densas por su baja vibración y realidades más sutiles de más alta vibración, pero todas, cada una en su nivel o plano es totalmente real y en absoluto ilusoria ya que constituyen otros tantos mundos o territorios de exploración escalonados para la evolución del alma.

Se habla de la materia como algo ilusorio dejando traslucir un juicio de valor ético y moral peyorativo. Pensar así es atribuirle al Todo un fallo de “ingeniería” en el proyecto de manifestación del universo. Porque en definitiva todos los planos de manifestación a partir del Todo son puras creaciones mentales y, por ende, tan ilusorias como la vilipendiada tridimensionalidad siendo que cada dimensión cumple un rol en la evolución del Espíritu desde la mas densa a la mas sutil.

Nuestro mundo, como creación mental en esencia es “nada” pero  operativamente la percibimos como sólida con nuestros sentidos. En este nivel básico tridimensional sólo significa que nos movemos en un ámbito de tres dimensiones y, en este sentido, es posible afirmar que pueden existir muchos mundos tridimensionales pero de diferentes densidades estructurales que al estar manifestados, de hecho participan de las coordenadas del najt (vocablo maya que expresa nuestro concepto de espacio-tiempo) adaptadas a cada una de esas dimensiones.

De todo lo dicho podríamos inferir el siguiente principio: Todo nivel de manifestación dimensional responde a un valor najt específico.

Por otra parte la cantidad de mundos, dimensiones o planos es, a mi juicio, irrelevante y no necesita de largas, sesudas y eruditas discusiones que se encuentran en la literatura esotérica. De hecho, como todos los mundos son mentales, bien pueden estarse creando planos nuevos a cada momento o desapareciendo otros.

Lo importante a destacar es que cada mundo tiene una estructura coherente que fluctúa entre niveles de octavas con rangos de vibraciones que le son propias y que lo distingue del inmediato “inferior” y “superior”.
En un libro escrito entre 1971 y 1976 por el ingeniero J.R.A. Lobaczewski junto a otros autores y bajo la inspiración de entidades espirituales, y cuyo título es “Prolegómenos de la Ciencia Cósmica”, se avanza en la idea de que la misma configuración atómica que opera en nuestra tridimensionalidad puede sutilizarse proporcionalmente conforme se pasa a sucesivos mundos “superiores”.

Para dicho autor todo parte del componente último (o el primero según se mire) al que llama alfega (“un principio y un fin”).

Pues bien, esta unidad es la que determina la densidad del átomo en cada dimensión. El “truco” está en que en cada mundo la cantidad de alfegas disminuye  en una proporción específica con lo que el átomo final, con menos alfegas, tiene menor masa y, por ende, es mas liviano y el mundo resultante es “mas etéreo” que el anterior y así sucesivamente.

Esos mundos cada vez más sutiles resultan en sí mismos, perfectamente estructurados y “sólidos” para admitir cuerpos moleculares de su nivel aptos para sostener almas en evolución, ya que parecería lógico pensar que las almas no andarían flotando a la deriva por las distintas dimensiones, sino que asumirían una envoltura molecular (cuerpo “sólido”) acorde a su nivel vibratorio de evolución.

La diferencia con su anterior vida en la 3D es que continuarían con cuerpos adultos. La 3D podría ser la única dimensión donde todos los seres, del reino que sea, comienzan su evolución en un cuerpo molecular naciente.  Así la 3D sería el reiterativo punto de partida cada vez que un alma, esté en la dimensión que esté, decide sumar un nuevo ciclo de  experiencias a partir del mundo más denso.

Estos mundos responden por otra parte a la ley hermética que dice “como es arriba es abajo”. Lo que varía en ellos, con respecto al nuestro, pueden ser aspectos tales como la velocidad de la luz, la atracción gravitacional, la percepción de tiempos y espacios diferentes, la potenciación de la imaginación, la capacidad de co-creción y muchas facetas mas  que hacen a nuestra evolución futura y a la del Universo del que somos parte.
Ricardo
Dodecaedro Atlante
11 de setiembre de 2011