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domingo, 25 de julio de 2010

Jugando con ideas 10

Jugando con ideas   10

Tema: El concepto de Dios en una manada de homínidos; o Dios como embajador.


       Imaginemos que viajamos en el tiempo hacia el pasado hasta los albores de la historia sin historia en la que, en la misma medida que nos alejamos del presente, nuestra conciencia se ha ido reduciendo casi a lo puramente instintivo. Nos hemos convertido en cuasi homínidos.

          En ese estadio evolutivo, sentados alrededor de un fuego en una ignota caverna atisbamos en silencio y terror a las poderosa fuerzas de la naturaleza que se abaten sobre la manada noche tras noche, y día tras día en un ejercicio constante de supervivencia.

       Así las cosas, no tardaríamos seguramente en atribuir instintivamente esas fuerzas a un ser como nosotros pero infinitamente más poderoso y, en un estadio subsiguiente, es probable que quisieramos pedirle y rogarle que no nos haga sucumbir a su fuerza-ira.

       Más adelante quizás nos atreveríamos a tratar de obtener su ayuda mediante ritos y ceremonias para tener éxito en la caza de los animales que nos proveen de alimentos. A esta altura ya ningún miembro del grupo pondría en tela de juicio la realidad de esa entidad mitológica que tanto ayuda como castiga.

        Y, con esa imagen, emprendemos el largo camino de la evolución, entramos en la historia y llegamos al presente otra vez.

        Pero ahora portamos en nuestra memoria genética aquellas referencias primigenias de dioses múltiples ligados a los distintos aspectos de la naturaleza y, de entre ellos, finalmente elegimos al que será el dios único.

        Dadas las circunstancias apuntadas, es muy difícil sacar de nuestra mente la imagen infantil de un dios antropomórfico con todos los razgos, caracteres y emociones humanas. Sin embargo al ir ampliando nuestra conciencia nos terminamos dando cuenta que este dios, al igual que las restantes individualizaciones de los múltiples aspectos de la naturaleza a los que también, en algún momento de la historia, hemos llamado dioses y diosas, son meras representaciones.

        Así que todos esos dioses, incluido el Dios que escribimos con mayúsculas son simplemente representaciones de un poder mucho más abstracto que está detrás de todos ellos.

        Cómo se nos hacía difícil antes y aún ahora, referirnos a esa abstractalidad como Dios, le hemos adjudicado todas las cualidades y características de un ser supremo que seguimos "visualizando"  con "formas" accesibles a nuestro intelecto.

        No digo que eso esté mal, en tanto y en cuanto captemos que este Dios único y todos los demás dioses y diosas de la naturaleza son meros embajadores, por decirlo de algún modo, de un poder mayor que está detrás de ellos.

        Creo que ya estamos, como humanidad, en el umbral de una comprensión colectiva y sólo nos falta dar el salto ¿cuántico? para accesarla definitivamente con nuestra mente consciente.

        A esa Fuente última, o primera según se mire, y a la que yo llamo el "Abstractum", ha recibido muchos nombres que le fueron dados por aquellos que cruzaron el umbral antes que nosotros y que comprendieron de lo que se trataba, tales como Vacío, Silencio, Nada, Potencialidad, Virtualidad, Existencia Negativa o nombres poéticos pero más cercanos a nuestro entendimiento como "El anciano de los días". En esencia quizás todos ellos hacían alusión a la cohesión suprema que llamamos Amor.



Ricardo
Dodecaedro Atlante
Dado en el día fuera del
tiempo del calendario maya
(25 de julio de 2010)